martes, 3 de enero de 2012

3 de enero

Me levanto de la cama y me preparo la ropa para bañarme.
Lleno la bañera y me desnudo para meterme en el agua, una vez dentro cierro los ojos y me quedo bajo el agua. Suelto aire, enviando pequeñas burbujas a la superficie. Pienso en abrir la boca y aspirar una bocanada de agua. Eso funcionaría. Llenar los pulmones con algo que no fuera oxígeno. Pero no lo hago. En cambio, saco la cabeza del agua y respiro. Salgo de la bañera y  me envuelvo en una gruesa y calentita toalla. Suelto el tapón de la bañera y con una goma, recojo mi cabello largo y rizado en una coleta. Empiezo a maquillarme prestándole especial atención al grano de mi barbilla. Mis ojos son marrones. Mis labios, de un intenso color rosado. Un toque de lápiz en el contorno del labio superior para acentuar y agrandar. El inferior no necesita ayuda. Un poco de brillo. Beso, beso, estoy lista. Lista para no ir a ningún lado.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Frío.

El invierno ya se ha colado en casa, sin pedir permiso, es algo irritante y frío, muy frío. Las estufas se encienden desde hace solo unos días, y es imposible despegarse de ellas. Todo el aire que se respira es frío, helado, congelado, entumecido, aterido, tieso, frígido, transido. Las ventanas se empañan, suelo apoyar mi cabeza en una de ellas, desde donde se pueden ver los árboles de un lejano parque que se asoma entre una fila de rectangulares edificios, oscuros y tristes, grises masas que no parecen absorber luz alguna, clónicos espectros sin alma, mates, reservados,intransigentes. Llueve casi todas las tardes, pero ahora apenas caen algunas gotas rezagadas, muy pocas ya, que provocaban un leve cloc cloc al chocar contra los cristales de la ventana de mi habitación. Me encanta dormirme escuchando la llúvia caer. Los días de llúvia me parecen días bonitos, que no alegres, si no melancólicos, oscuros, misteriosos, quizás diferentes a la monótona brisa que cruza las calles los días de sol. Y así, escuchando la llúvia caer, imaginando histórias, algunas sacadas de los miles de libros que he llegado a leer, con la oscuridad propia de un día de llúvia, me dejo llevar y caigo dormida en un profundo sueño gris, bonito, oscuro y lluvioso.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Hace tiempo que salgo a leer a la terraza. Me cojo la manta del salón, me hago un vaso de leche ardiendo, y me salgo a leer. Minnie, mi gata, me suele seguir, para acurrucarse a mi lado, aunque ahora que hace frío prefiere quedarse cerca del brasero. Normalmente suele ser al atardecer, cuando el cielo se pinta de naranja y sol empieza a caer. La brisa de las tardes de diciembre es helada, así que de normal coloco mis manos alrededor del vaso, apretando con todas mis fuerzas para captar el calor. Abro el libro escogido y me sumerjo en un mundo donde por una hora y media los problemas son de otros.
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